Es la capilla que en lo ordinario no se tiene culto. Sí, visitas esporádicas de creyentes que van a orar, dejar flores o llevar a prender una vela o veladora.
A fines del siglo XIX, el Istmo lo azotó una epidemia de viruela. Y muchos paisanos huyeron del pueblo. Para poder salvarse. En el caso de los padres de mi abuela, llevó a su familia a San Blas Atempa. Pues, ahí murió el hermano menor de ella. Y algunos se salvaron; ya de grande mostraron en la cara, la cicatriz de la viruela - que fue el caso de mi tío Mariano de la Cruz -. Su hermano menor Epifanio murió y ahí en el panteón de San Blas lo enterraron.
Doy cuenta de esta sepultura porque un jueves - anterior al sexto viernes -. De hace muchos años acompañé a mis abuelos a dejar flores en esa sepultura. Y ese recuerdo quedó vivo en mi memoria. Y en estos días de Cuaresma lo recuerdo como si fuera ayer.
Es mañana el día en que Jesús entra en Jerusalén montado en un burrito blanco- que no ha sido montado-. Y la Ciudad lo recibió tendiendo a su paso sus mantos alfombrando a su paso ramas de árboles y cantando el salmo: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" ¡Hosanna en las alturas!"
Hosanna, que significa " Viva".