El Zarco es una novela escrita hace un siglo y medio, se desarrolla en un pueblito del Estado de Morelos. Él es herrero, chambeador. Llega a pretender la chica bonita del pueblo, que vivía con su madre. Una anciana, que no tenía ojos nada más para su hija. Su hija era su adoración. Los naranjos eran los árboles típicos del pueblo. Y cuando los naranjos se llenaban de flores, el pueblo entero olía esa gran fragancia. Era un pueblo donde llovía, d modo que había vegetación.
Se oía de unos salteadores del camino, que a veces bajaban al pueblo. Montando buenos Caballos. Entre estos bandoleros se distinguía uno, cuyos ojos eran azules; que por eso le llamaban El Zarco. Su sombrero galoneado lo usaba un poco ladeado a la derecha. Era alto y esbelto. Y cuando pasaron por la casa de la chica bonita, el Zarco se quitó el sombrero para saludarla. Con intención jaló tantito el freno del caballo y éste arqueo un poco su cuello y sus crines se erizaron, levantando con ritmo sus patas delanteras, parando sus orejas y sus ojos con signos de lanzarse a la carrera como rayo.
En esa tarde parece que prendió la pasión de la chica por Zarco.
El joven herrero quedó en el olvido, no hubo ni un ápice de esperanza. No le quedó de otra que dedicarse con afán a su trabajo honesto. Y pareciera que conforme con su destino. Así de frente vio la relidad que la vida le mostraba. Y la asumió con convicción, como hombre!
Una noche de luna el Zarco llegó por la chica. Ella lo esperaba, salió y ayudada por él se subió al anca del caballo. Y se fueron.
Más tarde por esta situación de abandono en que se vio la anciana madre: Enfermó, estuvo en cama algunos días atendida por una sobrina. El herrero llegaba a visitarla, les proveía lo necesario para el sustento y los gastos médicos. La anciana más tarde murió y entre la sobrina y el herrero prendió un cariño, aquel que provoca ganas de verse con gusto.
A lo largo del desarrollo de la novela, Ignacio Manuel Altamirano, este gran escritor y orador, nos pinta las circunstancias de la audiencia, que dio el Presidente de La República, Benito Juárez, al herrero, éste había reunido un grupo de ciudadanos dispuestos hacer frente a los bandoleros que entrababan al pueblo, cuando así lo querían, dejando una estela de robos, atropellos e incendios de alguna hacienda.
Juárez le preguntó: Qué garantía daba él que las armas y municiones que pedía, iban a hacer usados contra ese grupo de gavilleros y malhechores. Su respuesta fue, que había sufrido en carne propia este abuso. Y que en ello había perdido a su joven esposa. Y parte de sus animales y su rancho quemado.
Es así que Juárez ordena al Secretario de Guerra, que le entregara las armas solicitadas y las municiones, sin dejar de notificarle que con él hacía una excepción, confiaba en él.
Ah...Y la chica bonita ¿cómo le fue con Zarco?
Esta novela es muy bella. Cuando tengo que regalar un libro, regalo éste. Porque con él no hay pierde!