Hoy 27 de Mayo, de este 2017. Sábado, llevamos una semana de fiesta. Con la Vela Cheguígo iremos tocando fin del conjunto de Velas grandes, de las Fiestas Titulares de Juchitán. Me viene a la memoria al personaje que ha sido para nosotros los istmeños, al trovador del recuerdo, Saúl Martínez. Que acompañado con la banda musical Ada del maestro Joel Velásquez, daban comienzo la Vela, pudiendo ser con el son la Juanita, Martiniana -- con letra de él --, para rematar con el Fandango. Vestido de guayabera con un paliacate rojo ceñido a su cuello.
Así empezaba la Vela, bajo un enorme telón blanco. Ahí frente la iglesia Martes Santo -- sobre la calle Cuauhtémoc --. Y Saúl vivía una calle paralela, arriba, Pino Suárez. El callejoncito que hoy nos lleva a la cenaduría Na' Chaa'ro. La casa donde Saúl nació ve hacia donde sale el sol. Tuvo un pequeño jardín, hoy se conserva el pozo cuadrado. En cuyo brocal un día una enredadera con su flor en racimo rosa, se enroscó. Lo que inspiró al Trovador del Recuerdo componer Bejuco de Amor. Y la verdad es ésa los amores con el tiempo se anudan, se trenzan y ya no salen haya tan fácilmente el inicio del hilo de la madeja. Es pues un Bejuco de Amor.
En estas celebraciones la cerveza no ocupaba un lugar preponderante, no se veía que fuera tan necesario. O como ahora, se ha convertido en un requisito para entrar. Los que hoy la venden se atreven a detenerte y decirte: " Y tú cartón?..." La noche transcurría plácidamente. Las mujeres formando un verdadero jardín con sus trajes bordados. Una belleza en medio de nuestro clima tropical. Una constelación de luceros espinados servía de techo la noche. Aunque pudiera amenazar la lluvia. En ocasiones ocurrió, como aquella que no llegaba las 8 de la noche. Empezó la torrencial lluvia de aquel sábado. Pasábamos el puente peatonal mi madre y yo, nos encontramos con personas que por la lluvia regresaban a sus casas. Y era el caso de un joven técnico que reparaba aparatos eléctricos, llevaba su saco en el hombro. Con corbata, saludó a mi madre y ella le respondió diciendo: Adiós Paco -- la imagen de este hombre se quedó grabado en mi memoria de niño. Más porque murió unos días después, al recibir una descarga eléctrica mientras reparaba una plancha. Cómo es la vida! Un hombre joven morir de repente con sus facultades plenas. Inverosímil! Tenía su taller enfrente de La Casa del Pueblo.
Los hombres tenían que cubrir el requisito que la Sociedad de las Velas Grandes, fijaban. Y era ir vestido con un Traje Sastre -- de tacuche pues...--. Con corbata. Había tintorerías que rentaban los trajes. Y no faltaba una pareja de amigos que compartían el mismo Saco: entraba uno primero, bailaba una Tanda, y se salía veloz para que el otro pudiera bailar otra Tanda. Claro! Que no faltaría el reclamo: ¡ oye te pasaste una pieza! No se vale!...
Al amanecer se oía a la banda musical que fue a dejar al Socio fulano de la Vela. Así como también a los Mayordomos. La noche transcurría tranquila, no había inseguridad. La lluvia anterior habrá dejado arena a lo largo de calles y callejones. La madrugada fresca mientras tocaban El Lucero de la Mañana, el rumor de voces llegaba distante donde a lo lejos se veía un gran telón iluminado. La gran Vela Cheguígo llegaba a su fin con los últimos acordes del son. Y los gritos: ¡Viva los Mayordomos! ¡Viva Vela Cheguígo!...