“Esos húngaros traen buenos cazos” me dijo mi tata un día cualquiera que nos pusimos a las grandes platicas debajo del guanacastle que tenía en su solar.
“Ese caso es la adoración de tu nana” me dijo, “ya hasta toy sintiendo que quiere más al cazo que a yo”, “onde vas a creé tata, se ve que mi nana te tiene cariño, aunque vengas borracho a veces” le dije. En esto estábamos cuando de repente de en medio del espeso humo que producía la leña que había traído Yenchito de Pasochivo, oímos los gritos de mi nana “Vengan ayudarme los infierno, se tá quemando el frito”, y entre los tres bajamos el cazo en del pretil del horno, eso fue muy difícil, pues cada rato se le zafaba el brazo a mi tata, pero cuando la tarea concluyó mi nana me dijo: “siéntate, te guá dá un poco de frito pa que comas, habé si así engordas un poquito”.
Y los tres, mi tata, mi nana y yo nos sentamos alrededor de la mesita de madera a comer el frito en tres sendos platos “vaístos”, en tanto que en el cazo burbujeaban los pedazos de carne de cuche, listo para la vendimia.
“El caso que te hago es poco, ya salió el treinta y seis” dijo mi tata sin un antecedente del tema que se refería; “¿y ora tú, tas guicha o qué?” le dijo mi nana; “no, es que pensé que tabamos jugando a las cartitas, se me salió, nomas”, dijo él.
Y aquel cazo siempre fue el preferido de mi nana, hasta que se le cayeron las “chuangas” y lo ocupamos de tina, para “gapiar” agua en tiempos de lluvia.
Y no es que mi nana quisiera más al cazo que a mi tata, lo que suceda es que pasaban tanto tiempo untos que ella se ponía a platicar con el cazo, como que el cazo le entendía y respondía, como que el cazo si le hacía caso.
*Tomado del libro “La Tierra del Viento III”/Autor: E.O.C. (El Mayor)/junio 2017/La Venta, Oaxaca.
