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Oaxaca, Oaxaca.- El Palacio de Bellas Artes será el recinto donde se presentará “Premios CaSa. Poesía 2011-2015”, libro de creación literaria zapoteca que busca sensibilizar, educar y mostrar al público la riqueza que hay en las lenguas indígenas, afirmó el reconocido artista plástico Francisco Toledo.

Allá por los años cincuenta o sesenta del siglo XX, llegó a la ciudad de Juchitán el Circo Pascualillo. Cuyo dueño y gran parte de sus integrantes eran del estado de Chiapas y de la propia región del Istmo que Pascualillo reclutaba de los pueblos vecinos. Entre los cirqueros hubo tres que eran hermanos y oriundos de Juchitán dos varones y una hermana quien se casó con Pascualillo, el dueño del Circo.

En una escuela privada, nivel jardín de niños-preescolar. La directora del plantel solicitó a los papás de las niñas que terminaron el ciclo escolar las vistieran de traje regional. Felicitaciones a la directora. Esta buena indicación, es positiva, podría extenderse a todos los niveles educativos hasta la de Media Superior y sería más completa sí además los niños y las niñas presentaran un certificado, en el que conste que hablan el idioma Zapoteco, así se refuerza el sentimiento de pertenencia a una región específica, el Istmo, se fortalece la identidad de sus habitantes y se preserva la cultura zapoteca.

Algunos curiosos que entran al Templo de San Vicente Ferrer, en Juchitán, se preguntan por qué razón este recinto alberga a dos santos con igual nombre, cuando lo usual es que cada pueblo conserve y venere a un solo Patrono. Uno es Gola (‘grande’), y el otro Huiini’ (‘chico’). Cada cual con su propia festividad y con nicho respectivo.

Dormia Cosijoeza, rey zapoteca, al amparo de su cobertor tejido con pieles de venado y plumas de garza real, y de súbito, en la gran calma de la noche, oyó el grito lastimero de una niña a la intemperie.


Un grupo de jóvenes, amantes de lo bello y la cultura zapoteca, se reunían de cuando en cuando a charlas en casa de Benjamín Orozco, Min Chíítu, en la calle 5 de Mayo, en Juchitán.

Una vez por año, varias veces si el fuego sojuzgaba la selva derribando los árboles, el pájaro carpintero agujeraba un troco seco para hacer casa nueva. Trabajaba entonces por necesidad, provechosamente. Así sería hasta hoy si los judíos, en mala hora, no lo hubieran convencido aliándolo con ellos.

 

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