En nuestra región la ceiba- bio'ngoo-, chamizo- bixuumi-, huanacaztle- beéza yaága-, guiee tiki- clavellina que ahora florece-; guiee xuu'ba o mejor dicho guiee xoo'ba: flor de olor celestial o jazmín del Istmo. De donde Juchitán procede su nombre: xochitlan- lugar de flores-. De ahí que alguien acuñara: guiishi guiee: ciudad de flores...
Un vecino llamado Isidro me comentó que la lluvia viene adelantada porque el hilo de menudos pétalos del guiee biichi no se ha secado - parece que este árbol se le llama palo de arco, porque nuestros antepasados lo ocuparon para hacer arco para flechas. Es un árbol duro fácil de arquearse sin romperse. Recuerdo de joven un chicozapote que en ese año se llenó de frutos, sus ramas hasta colgaban por el peso de sus cuajados frutos. Pues ese año falleció mi abuelo don Amado Sánchez Bartolo; y el árbol se secó en ese año.
Los árboles están dotados de un prodigio, de un misterio y Dios los protege. Aquí viene a mi memoria aquel cuento griego: era que un día Fílaco mata a un cordero, sólo que su hijo pequeño se asusta y llora. Él lo atiende clavando un cuchillo en el tronco de un peral que cerca está. Sólo que el peral es amado y por ende protegido por la diosa Hera - esposa de Zeus-; pues el niño con el tiempo le dio Polio; y es así que el padre supo de un tal Melampo que podía curar a su hijo, este hombre había salvado en su juventud una nidada de pequeñas serpientes, cuya madre había sido apachurradas por la rueda de una carreta. Y estas víboras al crecer reptaron mientras Melampo dormía y le lamieron su oreja dándole así el don de entender el lenguaje de las aves. Y fue así que él puso oreja a todas las aves que llegaban por la casa de Fílaco. Y un buen día oyó unas garzas que con su pico sacaban pececillos de la laguna y dijeron: hace tiempo que no venimos por acá, desde aquel día que Fílaco mató el borrego, si él supiera que desclavando el cuchillo sobre el tronco del peral podría curar su hijo. Hera se enojó con él por herir el peral, es así que enfermó su hijo como un castigo contra él. Si desclava el cuchillo y su herrumbre lo disuelve en agua y se lo dá a beber a su hijo en gotas por 10 días, el niño sanará. Y es así que Fílaco curó a su hijo. Regaló a Melampo un espléndido rebaño de vacas que tenía por gratitud.
Amigos el amor a los árboles se llama dendrofilia. Seamos dendrófilos como gratitud al oxígeno que nos dan los árboles para vivir. Encalemos, cuidemos y sigamos plantando árboles para que tengamos más oxígeno para respirar y que respiren los niños y a ellos enseñarles que amen y cuiden su árbol. ¡Amigos suerte! Para todos que tengan un bonito día.