Como sucede en todos los pueblos y en el Istmo en especial, nunca faltan los personajes que por alguna razón se distinguen por su manera de ser y que siempre están presentes en los comentarios que entre amigos se realizan.
En el caso de Juchitán no es para menos. Recordemos al general Heliodoro Charis Castro, para orgullo de ese lugar que, a pesar de haber sido un militar distinguido, también por su manera de ser muy peculiar fue objeto de muchas anécdotas y chascarrillos, dicho con todo respeto, que su fama trascendió más allá de su actividad militar y política.
Hoy no me refiero a él, me aboco a otro juchiteco llamado Rosalino Torres López. Fue más conocido como el maestro "Cha" debido a su profesión de profesor en escuelas primarias de esa ciudad. Rosalino era un tipo genuino de ocurrencias que al hablar o hacer algo provocaba las carcajadas de sus amigos que compartían con él momentos de trabajo o de convivencia social. Mi amigo el ingeniero Jaime Mendoza Ferra me platicó el siguiente chascarrillo que ahora les comparto:
Me comenta Jaime que en cierta ocasión el maestro "Cha" salió con sus amigos a tomar unas copas en una cantina de Juchitán después de haber laborado por la mañana. Convivieron toda la tarde y al retirarse del lugar ya entrada la noche, decidieron ir a cenar a uno de los puestos cercanos al palacio municipal.
Al llegar, todos pidieron garnachas, pero mientras los preparaban el maestro "Cha" se quedó dormido. Los amigos cenaron y decidieron también repartirse las garnachas de su amigo. Pagaron la cuenta y para retirarse despertaron al maestro "Cha" que preguntó por su cena y le dijeron sus amigos: "Qué no te acuerdas que cenaste y te dormiste?"
A lo que replicó "Cha".
" Oye muchacha, tráeme un poco de agua para lavarme la boca y un palillo para limpiarme los dientes".