El idioma zapoteco es muy rico. En esta lengua se han hecho cantos y se han declamado bellos poemas. Didxazá, (‘idioma de la gente za’ / ‘lengua de las nubes’), hablaban los constructores de Monte Albán (Dani Beedxe’ – ‘Cerro del Jaguar’) y Mitla, de Dainzú y Yagul; los hombres y mujeres que edificaron Guiengola.
Nuestros grandes señores, quienes rigieron a nuestro pueblo, se nombraron según la usanza mantenida durante miles de años, con palabras construidas con significados precisos.
Al hablar del último soberano de la nación zapoteca irremediablemente pensamos en Cosijopi, señor de Tehuantepec (otras fuentes lo llaman Goziobi). Según opinión generalizada desde la antigüedad, su nombre significa ‘Rayo de viento’. Sin embargo, pocos hablantes del zapoteco contemporáneo reconocerían tal significado, en tanto que Cosijo y Pi son palabras que no les remiten a nada.
Debemos precisar que las lenguas se modifican con el paso de los siglos. El castellano que habló Miguel de Cervantes tiene notables diferencias, en escritura y pronunciación, con el que hablamos cuatro siglos después. Lo mismo sucede con todas las lenguas del mundo. Los griegos del siglo veintiuno difícilmente entenderían un diálogo entre Sócrates y Pericles de hace dos mil cuatrocientos años. Sin embargo, el idioma griego de hoy, desciende directamente del griego clásico y se denomina igual.
Así pasa con el zapoteco. Nuestra lengua ha sufrido notables cambios con el transcurrir del tiempo. Estos cambios se ven reflejados en diferentes regiones o poblados, de tal manera que el idioma zapoteco se habla de distintas maneras. Tiempo y lugar modifican el uso.
Si bien, Cosijopi gobernó toda la planicie costera del Istmo de Tehuantepec y parte de sus serranías; escrito y pronunciado se dificulta entender el significado de su nombre. Pero si revisamos, por ejemplo, el ‘Vocabulario en Lengua Zapoteca’ de Fray Juan de Córdova saldremos de dudas. Escrito en el siglo dieciséis (de 1501 a 1600 d.C.), dicho texto traduce ‘Rayo del cielo’, entre otras maneras, como Cocijo. Dicha palabra se conforma de dos sílabas: Co – ciio. ¿Por qué no pronunciamos ‘jo’? Porque en el siglo referido, la letra ‘j’ después de una ‘i’, alargaba la ‘i’ sencillamente. Es decir, al escribir Cocijo, Juan de Córdova pretendía que pronunciásemos Cosiio, compuesto de dos sílabas. Con el paso de los siglos Co se suavizó en Gu, y la ‘o’ del Cio se volvió ‘u’. Para ‘Viento o aire’ el ‘Vocabulario…’ de Córdova traduce Pii o Pij (mismo fenómeno de la ‘j’ después de una ‘i’, queriendo sonar como ‘doble i’), sonido que se transformó en Bi. Es decir, Cocijopii significaba claramente ‘Rayo de viento’.
Como dato adicional, entre otras palabras que se han suavizado está Copicha (‘sol’) que se transformó en Gubidxa para nuestro tiempo (Co = Gu; Pi = Bi), o Peche, que se convirtió en Beedxe’, y que son fácilmente reconocibles para un hablante promedio de zapoteco.
Con el nombre de nuestro último soberano, los zapotecas de la planicie costera del Istmo de Tehuantepec hemos tenido más dificultades que nuestros hermanos de la Sierra Zapoteca Istmeña (Guevea o Lachiguiri, por ejemplo), ya que en aquellos lares la palabra ‘Rayo’ sigue existiendo. Algunos le llaman Gusiu o Gosio. En nuestros pueblos, en cambio, dicha palabra cayó en el olvido. Son muy pocas las personas que sabrían traducir ‘Rayo’ al zapoteco de Tehuantepec o Juchitán. La mayoría prefiere decir ‘rayu’.
Sin embargo, los más ancianos sí nombraban este fenómeno, llamando Gusiu al ‘Rayo’. Pero como el ‘Dios del Rayo’ (Bidó Gusiu) era una de las deidades más importantes del panteón zapoteca, probablemente los religiosos católicos desalentaron la utilización de dicha palabra.
Hoy en día, la manera en que nos dirigiríamos a nuestro monarca asentado en Tehuantepec es Gusiubí, que significa ‘Rayo de viento’. Si quisiéramos pronunciarlo como hace cuatroscientos años diríamos Cosiopi (no Cosijopi). Así de sencillo.