
Pasando el domo, a la siguiente cuadra, doblan a la derecha, hasta el fondo, ahí van a encontrar una casa de concreto, ahí es la casa de Tilo, dice un vecino de El morro, pueblo hijo de Ixhuatán, y la camioneta roja enfila el rumbo hacia la esquina más austral de esta comunidad cuyos habitantes alguna vez hablaron la lengua de los ikoots, huaves que les dicen, y el idioma de los zapotecas.