A dos meses del terremoto de 8.2 del 7 de septiembre, la actividad económica en Juchitán de Zaragoza no puede tomarse a la ligera si hablamos que la mayoría de los negocios no se han incorporado, las sucursales bancarias como Banamex sigue inactiva, funcionando tan sólo con cajeros, mientras que en las calles el negocio es la venta de metal, fierro y varilla.
En las calles se han quitado la mayoría de albergues y cocinas comunitarias, porque se han retirado los elementos castrenses, o las raciones de comida son mínimas que no alcanza para todos.
Las visitas de funcionarios también se han reducido, en las calles de Juchitán apenas comienza la reconstrucción de las 15 mil viviendas afectadas, son pocos los que han decidido emprender la construcción de su vivienda, pocos tienen recursos económicos y aquellos que lograron el pago del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros, es una mínima parte.
Esta población de más de 120 mil personas no levanta y esto debido a que la materia prima para venta de comida, hamaca, ropa típica es difícil conseguirla, de acuerdo con los productores de hamaca y ropa típica, el hilo lo consiguen en Chiapas, Veracruz o Oaxaca de Juárez y si de comida se trata aún la venta de totopo, pan, tortilla de horno es mínima debido a que al no existir vivienda, no hay dónde prepararlo.
En las calles sólo se observa el acarreo de metal, varilla, fierro que se vende a tres pesos el kilo en lugares donde tienen que juntar al menos una tonelada para poder venderla a quienes la trasladan fuera de Oaxaca.
De ahí el trabajo de albañilería aumentó, pero se redujo el pago, de 300 pesos que cobraba un albañil ahora recibe de 250 a 200 pesos, y no son grandes obras, sino es reconstruir una de las partes que se cayó con los sismos.
Si a ello se le agregan las continuas réplicas que siguen sintiéndose, ha provocado el desánimo de miles de personas que los fines de semana organizaban un cumpleaños, 15 años o alguna otra celebración, hoy la renta de lonas, sillas, mesas, música se acabó.
El panorama en Juchitán no es alentador, ya que si en alguna época se hablaba de estar mejorando, la situación para los más pobres es peor, pues a pesar de no tener vivienda, seguirán viviendo en sus cobachas porque para ellos no se les cayó una casa construida con cemento y tabicón, sino con tablas y adobe.
Con información de Despertar de Oaxaca