La jornada electoral del 5 de junio, ofrece diversas lecturas que serían convenientes considerar, pues los patrones de comportamiento matizarán las abreviaturas discursivas por donde pasarán los rodeos amplificados de la gente que dice pesar en la política, pero que peca de desabasto propositivo en el aterrizaje de todo lo que incumplirá en compromisos pasados por los filtros mediatizados.
LA GOBERNATURA: BANDIDAJE ELECTORAL Y SIMULACIÓN EN LA JUSTIFICACIÓN DE GASTOS
La guerra sucia se vivió con la complicidad de la sociedad civil. Nunca se ha visto como ahora, de una desaseada intervención de la sociedad que en su conjunto avalaba actos de impunidad que no contrastaba con la visión empobrecida de los políticos profesionales (pragmáticos, en cumplimiento de la legalidad sin una clara intervención sobre la legitimidad; favorecedores de la mayoría tiranizada sin cumplimiento congruente con las minorías genuinas). El ejemplo más claro, fue la ´puesta´ para el saqueo de bodegas de candidatos que permitían inflar los costos de operación sobre raquíticas disposiciones de bienes en especie que no llegaban a esos volúmenes de compra, ‘presuntas’ puestas directas con llamadas a líderes del bando contrario que no racionalizaban quién trabajaba para quién, y en donde los ‘videos freelance’ se pusieron al servicio de las componendas políticas que se pretendían judicializar. Gente que se beneficiaba (en apariencia) de lo que le era dado sin mediar resistencia (róbame, casi era la pretensión de los ‘presuntos’ ofendidos).
Los candidatos al gobierno de Oaxaca, como es natural, ni se inmutaban sobre un juego de contrastes externos, pero de evidentes arreglos internos que mediatizaban la política bajo la función encomendada, asignados los roles participativos. “Tu cachas, tu pichas y yo bateo”. Benjamín Robles Montoya, dueño de la pelota y el bate de antaño, ahora corría sobre las bases simulando una carrera que nunca se activó desde un hit o un jonrón. Corría por la cancha como si quisiera aparentar que no hubo salida anticipada en una justa de velocistas. Esa es la realidad oaxaqueña: se aparenta, pues los espacios de participación se compran. Las plazas para la política se determinan desde incentivos selectivos, nunca colectivos (Panebianco dixit).
El abuso de las redes sociales, fungió como nunca antes, en contrastar (aquí sí) las clases sociales que juntas, parecían salpicadas de barreras intangibles de modernidad y atraso social, entre pieles y gestos de gente adinerada (por evadir responsabilidades fiscales y obtenerlo del erario público por generaciones) que se tomaba las ‘selfies’, en el mejor de los casos, con el criollismo oaxaqueño bucólico, criollismo bucólico que quería asemejar el mejor rescate de la superación a su condición original de zozobra, que nunca se le negaba, pero en el peor de los casos, la humildad de las personas a quienes se les aprovechaba su necesidad, alteraba el equilibrio ecológico de su ecosistema: basado en la cooperación y no en la moneda de cambio.
DIPUTADOS OAXAQUEÑOS: ASAMBLEA DE SUMA CERO
Generalmente, un diputado oaxaqueño es sinónimo de oscuridad dignataria. No se tiene escrúpulos para admitir un sesgo en la función que recelosa termina por genuflexionarse para los intereses mezquinos de la sociedad política que contrae los controles hacia un abastecimiento legal, que no legítimo (todo sobre papel: la ley, la pose, la fiscalización, la coordinación fiscal, la solemnidad, la discusión fetiche de los chismes de quién cometió aquel delito y quién a juicio de las oscuridades convenencieras no es oportuno evidenciar). Algunos candidatos, temiendo perder la elección por ya no existir (en apariencia) el efecto ‘Salamander Law’ (distritos caprichosos que posibilitaban la ganancia electoral por concentración de votos de un candidato o partido político), ahora mercantilizan cualquier resultado igual de efectivo: sácame de la jugada temporalmente y reponme el procedimiento considerando mis derechos políticos electorales.
La Cámara de Diputados de Oaxaca es un poder menguado por la naturaleza ‘queda bien’ hacia un ejecutivo que juega de ‘corralito’ (cálculo de la llegada del Coordinador parlamentario de la misma especie que el Gobernador) y que espera que se otorguen obsequios mutuos de consentimientos preferenciales para disponer de ‘juegos de suma positiva’ (la versión choteada de ‘ganar-ganar’), sin que se tropiece con la ‘suma negativa’ (parlamento que mayoritariamente recibe coacción monetaria para asegurarle al régimen oaxaqueño el sobrevuelo sobre terreno minado).
MUNICIPIOS: CAJA CHICA DE LA ADMINISTRACIÓN ESTATAL
Los candidatos a los municipios, se preparan para cumplir en dos años lo que se les ha condicionado como costo en su participación bañada de una democracia representativa carente de garantías y desbordada de condicionantes en el cumplimiento de su gasto anual. Para algunos partidos políticos coaligados, la selección interna no fue un paso obligado, las candidaturas salieron beneficiando a personas con poderes fácticos, en el mejor de los casos, y poderes temerarios, en el peor. Las cuotas por las participaciones, en este rubro, fueron sospechosas, a tal grado que las planillas se modificaban como si se tratara de una pretensión mafiosa de incorporar personal perverso, de último momento.
QUEDAMOS IGUAL QUE COMO ESTÁBAMOS
La arrogancia de los organismos electorales, respecto de sus funciones que deberían considerar matices inéditos, de nueva cuenta incumplió condiciones elementales de cuidado y vigilancia en la participación de la campaña política de los candidatos abanderados por partidos políticos e independientes. Los debates fueron enfocados a un programa de cumplimiento (Compliance program) simulado, sin competencia en las atribuciones que fueron ampliadas por el Instituto Nacional Electoral (INE) cuando fundó las OPLE’S (Organismo Público Local Electoral) en el país, que condujeran un proceso complejo, ya de por sí, con las condicionantes emergentes que viven estados con luchas políticas de diversa índole, y con pasados políticos violentos que esperaban un redimensionamiento de las intervenciones oportunas, creíbles y recelosas de las atribuciones encomendadas. En vez de eso, recibimos un Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO), burócrata, rutinario y en donde abunda la ‘mentecatería’.