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Fri, Apr

La maldición política que torció el destino de Juchitán.

Opinion
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Los vimos cuando llegaron, algunos calzaban zapatos, otros traían huaraches y dos mostraban sus pies descalzos; con ayuda de aparatos de altavoz convocaron al pueblo para decirles que habían venido a combatir a los tiranos del partido del color de la bandera mexicana. Eran otros tiempos, ciertamente el poder político del lugar, siempre lo controlaban caciques afines al gobernador y al presidente de la república emanados del partido tricolor, mismos que durante tantos años abandonaron a Juchitán a su suerte, las obras de infraestructura nunca aparecieron en los proyectos de los gobiernos estatales y federales, reflejándose en consecuencia una imagen de ciudad con rezagos y atrasos considerables, comparada con lugares identificados como tercermundistas.

Ellos tenían razón mi general, las condiciones de aquel entonces, justificaban prácticamente una revolución como la del siglo pasado. Las enormes carencias y necesidades de cambios en esos menesteres de la política, crearon las condiciones propicias, para que ellos lograran sus propósitos de organizar y unir a una parte considerable de la población para combatir vía pacifica, a los malos y poderosos gobiernos, estatal y federal; fue entonces cuando se les ocurrió darle el nombre de su organización como COCEI, es decir, en esos tiempos, los sectores: obrero, campesino y estudiantil, al ser convocados, se acercaron convencidos de la gran posibilidad y oportunidad de enderezar el destino de su querida tierra istmeña.

Los simpatizantes y sumisos del partido del color de la bandera, se resistieron a punta de balazos; ya lo sabe usted, esa cosa de la pérdida del poder controlado durante décadas para beneficios personales y familiares, se siente y se reciente hasta en los esfínteres. Fueron tantos los desmadres que generaron esos acontecimientos, que hubo necesidad de identificar a los coceistas con paliacates rojos y a los priistas con paliacates verdes; los viera usted en las fiestas, velorios, cualquier evento o simplemente en las calles, las miradas eran puñales que se lanzaban a los colores de los paliacates; así fueran parientes o vecinos cercanos, los desprecios y odios entre la raza zapoteca de esos días, estuvieron a cien por centavo. Algunos de los que llegaron para reivindicar los derechos del pueblo, conocieron por vez primera las incomodidades de las cárceles; se ganaron algunas luchas, a pesar de las enormes dificultades, lograron quitarle al poderoso partido tricolor el poder del municipio; parecía que por fin Juchitán caminaría por el camino del desarrollo y consecuentemente del progreso. Las noticias de las constantes luchas de una organización pequeña contra todo un sistema monstruoso, sorprendía a políticos de todas las tendencias, llegando inclusive a cruzar las fronteras. No fueron pocos los intelectuales y artistas de conciencias claras y justas, los que reconocieron y aplaudieron aquellos hechos históricos, se vislumbraron cosas buenas, todo mundo se alegró y depositaron sus esperanzas en aquellos muchachos, se presagiaba el surgimiento de un Juchitán como modelo de una real democracia y ejemplo para un porvenir exitoso. Grandes fueron las expectativas de una honrosa ciudad, que llegaron al extremo de encariñarse con los combativos muchachos, los apreciaban tanto, que a los que andaban descalzos les obsequiaron unos huaraches, y los que vinieron calzando huaraches, les regalaron unos zapatos, en prevención de los largos caminos que tenían que recorrer para escribir otra página llena de heroísmo en la historia de su ciudad.

En razón de ideologías, principios diferentes, corrupciones, afrentas al pueblo por tanta pobreza y miseria, así como los crímenes cometidos por los diferentes gobernantes del PRI, contra estudiantes en el 68 y 71, abrieron enormes heridas y generaron odios hacía el sistema de gobierno, las que se pensaba que jamás se cicatrizarían aunque pasaran siglos y siglos. La lucha de contrarios COCEI –vs-PRI en Juchitán, en apariencia tenía una tendencia hacía el infinito; sobre todo, por las constantes prácticas de acciones de corrupción de manera descarada y abierta. Los jóvenes luchadores sociales, mostraban actitudes de honestidad y ética en sus comportamientos, inclusive en los dos primeros años, cuando ganaron las elecciones municipales por vez primera.

Pasaron algunos años, los jóvenes de aquel entonces, se convirtieron en adultos, pero ahora, con la diferencia de haber probado ya las mieles del poder y del dinero, fueron esas experiencias las que los indujeron a abandonar sus estudios universitarios, y hacer de la política sus modus vivendi; así, y ahí fue donde vieron las grandes posibilidades de vivir cómodamente sin trabajar como Dios manda, y fue en ese tiempo cuando crearon una nueva categoría laboral denominado gestor social.

Ya estando en el poder municipal, los jóvenes de antes, hoy adultos, vieron la conveniencia e importancia de codearse con gobiernos y representantes del sistema antes como sus acérrimos enemigos. Todos ellos mandaron al carajo los principios y demás valores. A partir de aquellos momentos, toda lucha y demás acciones se realizarían en aras de las oportunidades de conseguir dinero para beneficios personales y familiares, una situación más allá de las prácticas priistas. Todos los simpatizantes y seguidores, serían utilizados como borregos o plataforma para la consecución de puestos públicos en el palacio municipal o en las cámaras local y federal de diputados; pero no para beneficiar a la población gobernada, sino para sobrevivir en la política y, principalmente la búsqueda de espacios y circunstancias para enriquecerse con dinero mal habido. Todo aquello de las luchas para el beneficio del pueblo necesitado, simplemente quedaron en el olvido. Se impusieron las terribles ambiciones desmedidas por el poder y el dinero. De ahí en adelante, solo se escuchan discursos huecos disfrazados de sentimientos de izquierda inexistente.

Fueron, y todavía son tan descaradas e indignantes las formas en que se corrompieron los dirigentes de la COCEI, que al paso de los años, la organización se fragmentó, es decir, aquella fuerte COCEI, se hizo pedazos, y solo se reintegran en tiempos de elecciones para negociar posiciones de chamba mediante la medición de fuerzas en votos entregados. Las posiciones, acciones y pleitos de perros que se dan, se explican claramente, en virtud de que los líderes de las fracciones nunca aprendieron y realizaron un trabajo digno para ganar el pan nuestro de cada día, como quien dice, si no hay hueso, puede presentarse la inanición por hambre. El peor panorama de estas lamentables situaciones, es la escuela que heredaron los viejos líderes a los nuevos o aprendices de dirigentes en los diversos grupos coceistas.

Las cuotas de poder para tener derecho a las mejores posiciones en los repartos de regidurías y direcciones al término de cada proceso electoral, se sustenta en la cantidad de votos proporcionados, dicha forma de obtener estos espacios, oportunidades para vivir del erario público, como forma de vivir, obligó a los líderes a buscar la manera de incrementar votos, con objeto de ganar mayores concesiones.

Todos y cada uno de ellos optaron por las invasiones de terrenos ajenos, con los que ofrecieron lotes diversos, supuestamente a gentes que no tenían donde vivir, con el tiempo se aclaró que dichos dirigentes hicieron grandes negocios con los terrenos invadidos, los invasores protegidos por sus líderes, también negociaron después los lotes, porque en su mayoría son gentes que no tenían tales carencias. De esta manera, cada dirigente coceista fundaba colonias populares para obtención y control de votos; es decir, mientras más colonias bajo control, son mayores las posibilidades de lograr posiciones importantes.

Aquellos muchachos, ahora adultos, le encontraron la manera de hacer enormes negocios mediante votos cautivos. Cuando ya no fueron suficientes los votos de las famosas colonias populares asentadas en terrenos invadidos, crearon los grupos de moto taxistas, los que vinieron a desgraciar a la ciudad en los aspectos de vialidad, seguridad, orden e imagen. Desde que aparecieron estos grupos de transporte, el índice de delincuencia se incrementó exponencialmente. Algunos viejos dirigentes que controlan menor número de colonias populares y moto taxistas, buscaron y encontraron otra manera de obtención y control de votos, y así es como, saltaron al triste y cruel escenario los vendedores ambulantes, quienes al notar que nadie controla a nadie, hicieron del centro histórico, un muladar de la chingada, y al parecer no hay quien los detenga porque ya invadieron las banquetas, las calles, los parques y al propio palacio municipal. Ellos se justifican porque manifiestan que le pagan bien a sus dirigentes coceistas, con dinero y con votos.

Aquellos jóvenes, ahora adultos que llegaron para hacer de Juchitán un lugar próspero y digno de ser habitado y admirado, los envolvió la sombra de la corrupción, conscientemente hicieron pedazos sus principios, su dignidad, su honra y demás valores al permitir que la maldición de la política cayera sobre Juchitán, torciendo en consecuencia su destino… usted como ve las cosas en Juchitán, ¿ verdad que se aplica aquello de está cabrón dijo el cura?.

No es pesimismo, pero la verdad es que, por donde se le busque, esta ciudad está condenada al desastre, no hay ninguna forma de curar sus graves enfermedades, sino, todo, lo contrario, es más, ni teniendo a Jesús Cristo como presidente, y sus doce apóstoles como regidores, Juchitán saldría de su grave situación, porque jamás los dejarían que cortaran las mil cabezas del monstruo creado por los dirigentes coceistas . ..ahí está,.uff…pobre Juchitán.

 

 

Senado de la república