Me llega al oído un anuncio por radio: la música de todos los tiempos: la verdad que por los años 60 aparecieron las Consolas; era propio un mueble con tapa, con 4 patas inclinadas de forma rectangular, elegante, y con radio. La cosa es para poner los discos, que la mayoría eran grandotes y de color negro; se sacaba el disco de su funda, en cuya portada la foto del grupo o él o la cantante. Y en la misma como índice, la lista de las canciones.
En el caso de Los Ángeles Negros, aparece la foto del grupo y el gran cantante Germaín de la Fuente en medio. Se ponía el disco encendido previo el aparato, se elegía la melodía colocando la aguja en la raya correspondiente: “Desde hace tiempo espero yo, oír tu voz, sentir tu amor; y ya no sé lo que es reír, no sé vivir si tú no estás...? Siento tu cuerpo junto a mí y al despertar, tú ya no estás... Murió la flor” ... Este grupo chileno tuvo mucho éxito. Vinieron aquí a Juchitán, amenizar el Baile de los estudiantes radicados en la CDMX. Parece que fue sobre la Av. Juárez e Independencia; César Augusto Carrasco uno de los organizadores y maestro de ceremonia. A mediados de los 60 al terminar la Secundaria, el plan de vida para los que se animaban y no se opacaban por falta de recursos, medios, parientes radicados en la CDMX - porque la verdad para estudiar en cualquier parte no es básico el dinero; sólo ganas de ser alguien -. Es una gran experiencia y madurez la que el joven o la joven adquiere al dejar la casa paterna e irse a otra Ciudad; conocer otra forma de vida, comer lo que hay; caminar por falta de centavos para abordar el camión.
Me viene a la memoria la figura de don Benito Juárez: él deja Guelatao aquella muy de mañana del 17 de diciembre de 1818 para irse con su hermana Josefa que era cocinera en una casa rica en la ciudad de Oaxaca; para ello caminó todo el día. ¿Y la comida? El dinero para el camino?...!Nada de éso! La meta era llegar a la Ciudad para aprender a leer y escribir, la búsqueda de la letra, del aprendizaje y la instrucción. Fue grande porque leyó libros y tuvo una esposa que sabía leer y escribir, cosa rarísima que una mujer supiera leer y escribir en ese tiempo.
Doña Margarita Maza es un ejemplo de mujer fiel a su esposo y a los ideales políticos de Juárez: vivieron en la medianía del sueldo del presidente, antes y como presidente de México. Nada de lujos, residencias, joyas y vestidos caros...
Amigos, una canción que me gusta oír es “Escríbeme”: “Son tus cartas mi esperanza, mis temores y alegría; aunque sean tonterías... Escríbeme, escríbeme; me hacen más falta tus cartas que la misma vida mía; lo mejor morir sería si un día me faltaras”... ?. En nuestra fiesta de mayo en el centro la rueda de la fortuna, la silla voladora, los caballitos, las carpas de títeres, los puestos alrededor del parque o kiosko Benito Juárez. El juego de los pescaditos, pescar uno y ver el número inscrito en la panza; la mujer con las serpientes y el puesto de tiro al blanco y al de las canicas grandes o canica “mboó” en zapoteco. Y en el puesto del Jarocho puedes pedir una torta, con la punta de la lechuga saliendo o ver las imágenes de Tarzán en las cámaras de imagen fija ampliada por 20 Centavos. Oyendo del Tragaveinte, Angélica María con “Edy Edy...? Edy sólo vive para mí”. Y si era domingo había que ir a la matinée, ya sea al cine Lux o Juárez; únicos cines en Juchitán; no tenían techo, de modo que los días largos había que esperar que oscureciera para apreciar imagen; de mientras puro audio. Estos momentos, recuerdos inolvidables los compartí con mi primo Miguel Saynes Sánchez. Él está presente en este instante que escribo este texto; ya que el domingo pasado 4 de agosto él falleció en el Puerto de Veracruz, donde fue a vivir hace muchos años con su familia. A su esposa, hijos, nietos les deseo consuelo y que Dios nos asista. Ahora, debo confesarles que al oír a Natalia Cruz cantar el son istmeño Paulina: “Cuando tú bailas el son ay! Paulina, no estás pisando el terrado. ¡Pisas mi corazón ay! ¡Paulina, mi corazón lacerado ay! Paulina...? Cuando tú bailas el son” ... Es un bello Son. Que armoniza con la hermosa letra del maestro Andrés Henestrosa.
Interpretar las canciones clásicas con letras de reciente cuño ¡claro!... Que no va cuando por tan sólo cambiar la letra tradicional por otra que por pretensión novedosa no llega a gustar; suena de un modo extraño. Porque en la vida común si se escucha una canción por radio, uno va adivinando la palabra como si la música y las palabras estuvieran regidas por un código lógico de colores y de sonido. No cabe duda que el Universo es regido por notas musicales, palabras, números, colores del arco iris y formas geométricas clásicas. Todo esto por La Petenera, también un hermoso Son Istmeño; que canta Natalia Cruz, con letra para mí desconocida. No es el caso del Trovador del recuerdo, Saúl Martínez: “Vi a mi madre llorar un día cuando supo que te amaba ? Después que lo supo todo la vi llorar de alegría...Petenera, Petenera... Petenera desde mi cuna, mi madre me dijo a solas que amara nomás a una” ... En una ocasión oí cantar al arquitecto Lorenzo Carrasco “La Petenera”, qué gran tocador de guitarra era este hombre y qué gran arquitecto. En el caso del Son “La Martiniana”, era un Son antiguo le llamaban “Micaila”; al escribirle su letra el maestro Andrés Henestrosa, entró derechito al corazón del mundo: “Niña cuando yo muera no llores sobre mi tumba, canta un lindo son ¡ay! Mamá, cántame la Sandunga, no me llores no, no me llores no; porque si lloras yo muero; en cambio si tú me cantas, yo siempre vivo y nunca muero” ?... Amigos. Suerte. ¡Cuídense!