16
Tue, Apr

ENTRE HECHICEROS, BRUJOS Y CHAMANES

Articulos
Typography

En el vecino poblado de Unión Hidalgo, cuentan que existió una señora llamada “Na Juana Bo”, se entiende que su existencia en mencionada entidad data de muchos años anteriores a la fecha. Ella como mujer fue privilegiada en heredad amplios dones curativos que dejaron nuestros antepasados; estos conocimientos aunque empíricos fueron muy efectivos.

Su talento y sensibilidad fue de gran ayuda para conocer ampliamente la medicina herbolaria; aunado al conocimiento de las plantas, destacaba su experiencia en la aplicación y tratamiento a los pacientes, tomando en cuenta que la mente de aquellas gentes que pensaban que su mal provenía por algún maleficio. Basándose en estas supersticiones, Na Juana Bo, al aplicar su cura, solía soplar, rezar, succionar e invocaba a la vez conjuros a los espíritus favorables para el saneamiento del enfermo.

Los zapotecas en sus curaciones, siempre ocurrían a la magia y a las yerbas medicinales, entre los males que les aquejaban, eran las mordeduras de serpientes, partos, dolores del cuerpo, calenturas, etc. En algunos casos utilizaban para las curaciones los baños en el temascal.

En el transcurso de la vida de los chamanes, hubieron momentos escabrosos a la vez jocosos muy divertidos como el siguiente caso: Na Nicasia, necesitaba con urgencia un lavado de estómago, para esto mandó a una de sus nietas alquilar el “Cacho Mburo” de Na Juana Bo; en aquella época no se contaba con la famosa “Jeringa”. Por lo tanto, el mencionado artefacto hacía las veces curativas. Lo de mburo, es aplicado por la pronunciada curva del cuerno. Este por su parte ancha se vertía el líquido curativo; para guardar el contenido, se le ponía una tapita de madera la cual en eu parte media tenía una pija que ayudaba a empujar el contenido hacia la parte delgada del cuerno que se introducía en el orificio anal.

La niña que fue al mandado, se le olvidó lo del Cacho Mburo, al ser correteada por unos perros al cruzar un patio vecinal para llegar al hogar de la curandera. A la tercera ocasión de su intento no hizo mas que decir: Doña Bo, dice mi abuelita que si le puedes alquilar ese instrumento que te metes en el ano. La señora le contesto –dile a tu abuela que en cuanto regrese de su trabajo se lo mando, para que lo use a su antojo. Cuando la nieta le comunicó a su abuela, la contestación de Na Juana Bo, ésta, no hizo mas que aplaudir y carcajearse de la ocurrencia de la niña. Y creo que hasta se curó de su dolencia.

 

Senado de la república