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Fri, Apr

El futuro de la lengua diidxazá / Xi guiluxe guizaaca xtiidxanu

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En los pueblos del Istmo oaxaqueño cada día que pasa se debilita y deteriora la lengua de los binnizá, la lengua diidxazá, la que los nahuas llamaron, zapoteco. Si los miembros de esta cultura no nos preocupamos hoy por defenderla, fenecerá mucho muy antes que lo predicho por el poeta Gabriel López Chiñas: ¡ay!, didxazá, diidxazá,/ diidxa’ rusibani naa,/ naa nanna’ zanítilu’,/ dxi guiniti gubidxa cá. ¡Ay! zapoteco, zapoteco/ lengua que me da la vida,/ Yo sé que morirás/ el día que muera el sol. Y con la muerte de esta lengua “maravillosamente musical”, según el poeta Carlos Montemayor, desaparecerá una manera particular de entender la vida, la cosmovisión zapoteca, una manera -entre muchas- de ser hombre en el mundo.

Dice el Dr. Miguel León-Portilla que: “Cuando desaparece una lengua muere una parte de lo más íntimo y valioso de la humanidad”. Octavio Paz, el nobel mexicano, expresó lo mismo de esta manera: “Los hombres somos hijos de la palabra. Ella es nuestra creación; también es nuestra creadora; sin ella no seríamos hombres. (…) El lenguaje nos da el sentimiento y la conciencia de pertenecer a una comunidad. Estamos unidos por la lengua a una tierra y a un tiempo. Somos una historia. (…) En cierto modo, la lengua nos fundó o, al menos, hizo posible nuestro nacimiento como naciones. Sin ella, nuestros pueblos no existirían o serían algo muy distinto a lo que son. (…) La palabra es nuestra morada (…) y nos da conciencia de lo que somos y de nuestra historia. (…) La lengua es un signo, el signo mayor, de nuestra condición humana”.

Muchos no hemos entendido la importancia de respetar la existencia de las lenguas originarias de México, los gobernantes que hemos padecido, creyendo que estas lenguas constituyen barreras para el desarrollo de los indígenas con el resto de la población “moderna”, siempre han implementado políticas etnocidas bajo el ropaje de la alfabetización en la “cultura nacional”. Hoy, con el cambio de gobierno a favor de los pueblos con Andrés Manuel López Obrador, vemos con esperanza que se acomodan las instituciones para terminar con la discriminación y exterminio de las lenguas indígenas.

En Juchitán, Oaxaca, Guidxiguie’, la lengua binnizá-zapoteca decae, estamos conociendo un fenómeno de homogenización entre el español y el zapoteco. La invasión del español en el habla diidxazá es escandalosa; en las conversaciones usuales en zapoteco llega a representar, innecesariamente, el 50 % del mensaje, digo innecesariamente porque existen sus correspondientes en zapoteco. El problema no radica en incorporar nuevos términos (tecnicismos) a la luz de los avances tecno-científicos, puesto que una lengua se vitaliza cuando incorpora a su ser nuevas realidades, el problema es que ya no pensamos en zapoteco antes de hablarlo.

Los binnizá no solamente nos hemos dejado invadir por las palabras castellanas, sino también por la sintaxis del español, nuestra forma de decir las cosas y de razonar son más propias de la lógica de ordenación del discurso del español que de la lengua zapoteca. Aunado a estos dos grandes problemas, está también el que generan las familias binnizá que no quieren que sus hijos aprendan como lengua materna el idioma zapoteco, quieren que hablen español, porque sienten que así estarán mejor preparados para sobrevivir en la escuela y en la vida misma. En suma, la perduración del zapoteco está en riesgo.

¿El español acabará por relegar al olvido las lenguas habladas por los pueblos originarios de México?, ¿El tercer milenio será la tumba de las lenguas indígenas? Lo cierto es que, en gran medida, de nosotros los hablantes indígenas dependerá el destino de las lenguas mexicanas. Mientras luchamos por una atención verdadera desde el gobierno a nuestros pueblos, debemos seguir construyendo las estrategias que propicien la perduración y enriquecimiento de nuestras lenguas.

Los gobiernos, estatal y el federal, deben entender que es del todo falso que la conservación de las lenguas indígenas signifique un riesgo de fragmentación cultural y menos todavía un peligro para el fortalecimiento de la lengua española. Reconocer esta verdad los llevará a aportar los medios para obligatoriedad de la enseñanza bilingüe en la educación básica; la masificación de la alfabetización en lenguas indígenas en los pueblos mexicanos; para fomentar el cultivo de las lenguas indígenas a través de publicaciones de periódicos, revistas y libros, a través de la producción de programas en la radio y la televisión, y estableciendo institutos de rescate y desarrollo de las lenguas indígenas, talleres literarios y academias.

Pa guinabadiidxatu naa: Xi guiluxe guizaaca diidxazá xtinu la? Zucabe’ laatu: Laanu xa, pa gusi’dinu ca xiiñinu guiní’ diidxazá la?, zalá diidxazá xtinu, pa co’ la?, ziné binidxaba’ ni.

Termino diciendo que el futuro de la lengua diidxazá y de las lenguas indígenas del país va a depender de la conciencia y amor que todos, gobierno y pueblo, tengamos para preservarlas.

Víctor Terán,
Guidxi Guie’quichi’, Lulá’,
iza 2019.

 

Senado de la república