Asi me lo contó Ta`Lipe Deme.- Aquel día como de costumbre, todos los trabajadores se levantaron muy temprano para ir a la faena, el trabajo era por tarea en el corte de algodón en la Selva Lacandona de Chiapas, había que cruzar a un viejo y carcomido puente colgante suspendido sobre un turbulento río para llegar al lugar del trabajo, aquella mañana todo era normal, la camarilla de peones como en “fila india” abordaron al viejo y resentido viaducto con sumo cuidado, un paso en falso, significaba la muerte, todos cruzaron al allende del río, el último infeliz que llegó con un par de minutos de retraso sin medir las consecuencias comenzó a caminar apresuradamente sobre los crujientes maderos con el fin de alcanzar a sus compañeros, desde al otro lado con grande desesperación le gritaban que caminara con mucho cuidado, sin embargo, la desgracia había llegado a su límite, ya lo esperaba, faltando un cuarto del tramo las podridas tablas no soportaron el peso del infeliz trabajador y éste se precipitó sobre las salvajes corrientes de agua que pasaban bajo el puente que en cuestión de segundos lo devoraron, literalmente lo tragó el río.
Todos quedaron turbados sin saber que hacer ante aquel patético accidente, el percance dio motivo para que el jefe de la cuadrilla diera un giro a su agenda de trabajo, en lugar de ir a la chamba en el campo pausadamente se dirigió al grupo para preguntarle quien sabia nadar para ir en busca del cadáver de aquel infortunado jornalero, después de un instante de silencio unos cuantos levantaron la mano en señal de aceptación para ir como improvisados buzos voluntarios.
“Ta Lipe Deme” era uno de los “espontáneos” que alzó la mano también en señal de aprobación confiado en su rudo arte de la natación en rústicas aguas revoltosas.
Así fue como el destino puso a prueba la vida de siete hombres para ir en busca de los restos de su compañero; Ta Lipe Deme, “terco y obstinado” nadaba y se sumergía por el centro de aquel caudaloso río como retando a la brutal corriente que arrastraba troncos y ramas, lo hacía una y otra vez sin ir muy lejos a río abajo, después de tantas peripecias, repentinamente “Ta Lipe” sacó la cabeza a la superficie gritando a los demás compañeros que había localizado el cuerpo trabado en la estaca de un tronco que yacía en el fondo del río. Una vez más la suerte acompañó a Ta Lipe, enana delicada y peligrosa misión de auxilio. Este es un hecho verídico, así me contó Don Felipe López Santiago, el famoso LIPE DEME.