El panteón de dolores en Tequisistlán, homónimo del primer panteón de la ciudad de México. En este panteón hay todo tipo de tumbas pero resaltan y proliferan tumbas clásicas complejas, también, llamadas populares que se encuentra en el país desde los años 1900.
“Tienen cuerpos geométricos definidos y no sobrepasan los siete elementos y observadas de perfil tienen formas escalonadas”. Antes, no existían panteones. Los lugares de entierro eran en templos.
“En la segunda mitad del siglo XIX, con la promulgación de las leyes de reforma, se establecieron los panteones fuera de las ciudades quitándole, poder al clero sobre asuntos funerarios.” Los panteones poseen particularidades.
En Tequisistlán este espacio reservado a los “muertos” tiene lo propio. Hay contadas tumbas que conserva y datan finales del siglo XIX y principio del XX. Tiene mausoleos elaborados de mármol Y ónix. Entrada y bardeado original que vemos y tocamos. Hay epitafios interesantes. El panteón quedó rodeado de los barrios: Centro, Guadalupe, San Antonio, y Soledad.
Actualmente tiene reglamento y servicio de baño, lugar de descanso, panteonero. En todo santo se organizan tardeadas y música viva (que contraste) durante la noche. En el festejo a las madres la banda filarmónica lleva mañanitas.
Del panteón narran anécdotas, los peloncitos y calaveras los preferidos. En una cripta podemos leer: “muere a la luz del sol y la vendice, aquí al mirar tus fúnebres despojos, solo nos queda con tu martirio, el alma herida y duelo en el corazón”. En 1941, se escribió este epitafio.