Juchitán, Oax.- Antes de que la pandemia obligara a suspender toda actividad masiva, en Juchitán, cada 20 de diciembre muchos istmeños, recorrían , acompañaban y cargaban la Cruz de Los Pescadores a su morada, su casa, a orillas del mar, la Laguna Superior, la Santa Teresa, de donde se ven los linderos naturales con el reino huave.
Los zapotecas cerraban el año visitando la zona sagrada conocida como Pasión Guze’benda’ (Pasión de los Pescadores), recorriendo a pie 11 kilómetros desde la ciudad hasta la capilla. Los mueve la fe, la devoción.
Muchos campesinos y pescadores cargaban cada año la pesada cruz verde vestida de flores y aromatizada con incienso, no lo hacían por obligación, lo hacían porque es parte de su vida, de su identidad como zapotecas.
La Pasión de la Santa Cruz Guze’benda’, es uno de los siete santuarios religiosos prehispánicos- católicos que poseen los zapotecas de Juchitán y en donde realizan peregrinaciones durante todo el año.
Comienzan con la Pasión Igú, que se localiza a 7 kilómetros de Juchitán en el camino que conduce a Álvaro Obregón, agencia municipal, en el mes de noviembre, luego se celebra la Pasión Gue´la’ beñe’ (Laguna del lagarto), le sigue Pasión Guichi Gueeze’ en el mes de marzo, luego Pasión Xada, Pasión Labor, Pasión Cruz y Pasión Mano Poderosa, se cierra con Pasión Guze’benda’.
La peregrinación a la Pasión Labor desapareció por la entrada de las empresa eólica Bii Hioxo en el 2013, ya que el parque ocupa dos mil hectáreas de tierras y en el perímetro estaba ubicaba la capilla que fue derrumbada por lo que ahora sólo se realiza una misa.
“Antes íbamos a más de siete peregrinaciones. Ahora quedan menos. De jóvenes, de niños todo era distinto. No había cervezas, todos íbamos en carretas y dormíamos en ellas. No existían esos fierros grandes, molinos los llaman. Hoy todo ha cambiado.”, recuerda el pescador Gregorio Vicente Sánchez de 70 años.
La peregrinación a la Pasión Guze’benda partía de la casa de los mayordomos a las 5 de la madrugada y llegaba 9 horas después a la capilla, a unos kilómetros de Playa Vicente.
Antes de la pandemia, los mayordomos asumían la responsabilidad cada año ante la promesa dada a la cruz . Normalmente los mayordomos recibían más de 20 kilos de productos del mar de parte de los pescadores para ofrecer en guiso a más de 5 mil personas que realizaban la peregrinación y que visitaban a la Pasión para pagar una manda o pedirle un favor.
Los visitantes son del istmo, de los Valles Centrales de Oaxaca, de los estados de Chiapas y Veracruz, los milagros de la Santa Cruz traspasaron fronteras.
Para llegar al santuario de la Santa Cruz Guze’benda’ se toma la carretera que comunica a Juchitán con Unión Hidalgo, a 3 kilómetros en dirección al mar, atravesando la selva baja de la zona rodeado de más de 100 aerogeneradores , allí en medio de la nada está una pequeña capilla donde cientos de años los zapotecas veneran a la deidad Xunaxido’ y convertida en cruz.
Las peregrinaciones en el Istmo de Tehuantepec reafirman los lazos de solidaridad, de hermandad entre los pueblos , son espacios de encuentros en donde comparten la comida y los rituales.
En este tipo de espacios todos se vuelven familia. Aquí, ante la Pasión nadie está sobre nadie, todos son iguales, son parientes, familia. Se visita a la Santa Cruz por devoción y por promesa. Ver y participar en estas procesiones emociona la piel.
Antes de la pandemia, la Santa Cruz estaba por un año en el domicilio de los mayordomos con las respectivas misas en su capilla en la Séptima Sección, pero durante dos días permanecía en su casa, a la orilla del mar para ser venerada y hacer milagros a cientos de zapotecas y visitantes que llegaban hasta sus pies.
En el apartado del libro "La religión de los binnigula' sa'", de Víctor de la Cruz y Marcus Winter, "Santuarios y peregrinaciones de los binnizá", De la Cruz especifica que por espacios sagrados se entiende como "Aquellos donde se realiza el encuentro del ser humano con los dioses, o donde lo sagrado se manifiesta a los hombres". Así que, dice de La Garza: 'no son resultado de la elección humana, sino, más bien, sitios donde se han producido manifestaciones extraordinarias de las potencias sobrenaturales'".
Además, el investigador de la cultura zapoteca explica que “Un lugar sagrado es un espacio natural o arquitectónico, donde los pueblos indígenas establecen comunicación con las deidades y los antepasados, con la finalidad de obtener un beneficio material y o espiritual."