¿Cómo sería un 14 de febrero según las auténticas intrépidas buscadoras del peligro? Juchitán es un pueblo mágico, pero en un sentido más –honestamente– audaz que turístico, o al menos no es exactamente esa clase de magia un tanto acartonada a la que nos tienen relativamente malacostumbrados el término Pueblo Mágico, acuñado por la Secretaría de Turismo de México, que a veces parece referirse más a un set de filmación de evocaciones provincianas, diseñado por el fantasma del cineasta Ismael Rodríguez, pensadas para satisfacer las fantasías-clichés que el imaginario extranjero (sobre todo el norteamericano) suele tener de México. A veces el loable esfuerzo de los Pueblos Mágicos caen en el facilón error de hacer de cualquier localidad, aún cuándo se encuentre en el rincón más alejado de Sonora, una réplica del barrio de Coyoacán, en el DF.