Es posible que la autoridad educativa lo haya previsto: que la Pandemia le causará, incluso ya le causó, un daño irreversible a la educación de millones de niños, adolescentes y jóvenes del país.
Es un buen negocio que les cayó como “anillo al dedo”. El problema es cómo instrumentar la transmisión del conocimiento. Luego qué tan eficaz será la interacción docente-educando. Cuál y cómo será el mecanismo de evaluación. ¿Los profesores darán seguimiento óptimo al proceso de enseñar-aprender? El titular de la SEP dice que los padres de familia serán coadyuvantes y confía en que los niños tendrán “una medita o un escritorito”. Ellos estarán pendientes de que sus hijos pongan atención al proceso, dice el señor Moctezuma. Y si trabajan los papás y mamás, como seguro que sí, pues de qué vivirían, ¿a qué horas lo harán? Luego, ¿tienen, todos, algún nivel de preparación académica para esta tarea? ¿En los hogares de los que apenas ganan el mínimo, hay un aparato televisivo? En fin, surgen muchas interrogantes.
Mientras tanto la CNTE, Sección XXII, no acepta el “Plan Híbrido” del gobierno. Dicen tener su propio Plan. Ojalá resultará mejor, para salir del hoyo educativo en que México está sumido. Lo que debe importar es el educando, los eternos damnificados de la educación, con o sin pandemia. Los profesores están cobrando su salario, íntegro y puntualmente, muchísimos mexicanos no tienen la buena suerte del magisterio, han recibido, cuando bien les va medio sueldo, otros, millones, perdieron su empleo. Veremos.